El concepto actual de feminidad se asienta sobre unos cánones de modelo de mujer ideal basado en el punto de vista del hombre. Esta mal entendida feminidad, no es más que una idea superficial que no deja aflorar la auténtica esencia de la mujer y que durante siglos la ha sumido en la opresión.
La feminidad no puede medirse por la cantidad de pintura que una mujer lleve en el rostro o por el tamaño de su escote. La mujer no es un objeto que se pueda decorar. La feminidad habla de formas, de sensibilidad, de dulzura, de suavidad… Va mucho más allá de lo que marquen las modas o de la altura que puedan tener unos tacones. Para ser mujer no hace falta demostrarlo a cada paso. Ser mujer no significa atarte a unos conceptos obsoletos de cultura, donde la esclavitud tiene su razón de ser.
Un concepto que defina a la mujer como tal, no debería ser incompatible con el de la inteligencia.
La feminidad se lleva dentro y se respira por todos los poros de la piel. Es uno de los mayores regalos que nos ha podido dar la vida. La feminidad no debería coartar la libertad de las mujeres, nos debería hacer libres.
Ha llegado el momento de serlo.
La feminidad no puede medirse por la cantidad de pintura que una mujer lleve en el rostro o por el tamaño de su escote. La mujer no es un objeto que se pueda decorar. La feminidad habla de formas, de sensibilidad, de dulzura, de suavidad… Va mucho más allá de lo que marquen las modas o de la altura que puedan tener unos tacones. Para ser mujer no hace falta demostrarlo a cada paso. Ser mujer no significa atarte a unos conceptos obsoletos de cultura, donde la esclavitud tiene su razón de ser.
Un concepto que defina a la mujer como tal, no debería ser incompatible con el de la inteligencia.
La feminidad se lleva dentro y se respira por todos los poros de la piel. Es uno de los mayores regalos que nos ha podido dar la vida. La feminidad no debería coartar la libertad de las mujeres, nos debería hacer libres.
Ha llegado el momento de serlo.