sábado, 18 de abril de 2009

LA FEALDAD DE LOS NIÑOS

Escuché decir que un niño era "feo".
¿Quién ha visto la mirada de un niño y ha podido encontrar fealdad? ¿Quién podría adivinar siquiera imperfección en sus rostros? Los niños son y serán siempre sinónimo de belleza. No podría creer otra cosa.
Ellos pueden ser ingeniosos, ocurrentes, escandalosos, más o menos locuaces. Pueden estar tristes, asustados o alegres. Pueden sonreír o callar, divertirse o quedarse dormidos. Y pueden llorar.


Están llenos de ternura e inocencia. Son la imagen de la sinceridad absoluta. Tienen las mentes limpias y son ricos en sabiduría. Nos enseñan que la vida es mucho más sencilla y que le damos demasiada importancia a lo que no la tiene. Nos hacen ver los miles de tabúes y limitaciones que nos hemos impuesto. Los obligamos a cumplir nuestras normas y a hacerse mayores sin entender el por qué dejaron de ser niños.
Hay adjetivos que no deberían asociarse con ellos y hay verbos que jamás deberían usarse. La fealdad es incompatible con el concepto de niñez.


La fealdad de un niño, sólo puede estar en el adulto que la ve.

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